En una reunión científica en la que participé hace ya años en Latinoamérica, al final del evento algunos me felicitaron no por mi mejor o menor exposición de las ponencias o resultados de las mismas, sino según ellos, por mi credibilidad porque había mostrado lo bueno, pero también lo malo, aquello que salió desgraciadamente mal.
Para mi aquello era lo normal, pero reflexionando pude constatar que ninguno del resto de ponentes había trasmitido ninguna situación negativa y por el contrario todos como si en una loca carrera para mostrar la propia excelencia se tratase, exhibían sus logros evidentemente espectaculares. Llegué a pensar que eso era lo norma en esas tierras, pero considerando el hecho, también pude apercibir en aquel momento, que igualmente era lo normal en la de mi procedencia.
Si que llama poderosamente la atención, pero de una forma generalizada, que las aportaciones científicas y muy especialmente en la de transmisión verbal tipo ponencia, comunicación o caso clínico, lo informado siempre haya tenido un desarrollo espectacular y con un final feliz. Uno piensa que, por esta información, nunca más lejos de la realidad, porque es imposible de admitir que las cosas discurran como las muestran algunos de forma generalizada. O se tiene por quien informa una visión sesgada de la situación, o se están falseando los datos o estamos ante un fenómeno profesional a lo que todo le sale bien.
Estamos también casi acostumbrados a recibir información de cifras increíbles en relación a aportaciones científicas y relacionadas con la casuística, y donde si nos las creemos de acuerdo a la población de referencia los pacientes deben de haber sido tratados varias veces, porque si no, es imposible alcanzar el número informado. Son frecuentes, en este momento de trasmisión de la información, comunicaciones de realización de procedimientos exitosos en un postureo un poco molesto para los que trabajan día a día y de una forma callada pero eficaz en el tratamiento del enfermo. Estos comportamientos en muchas ocasiones se relacionan con el desarrollo privado de la profesión, donde parece ser que todo vale para atraer al cliente, que no paciente para ellos, comportamiento a veces muy relacionado con perfiles vanidosos y ostentatorios de algunos profesionales.
Por otro lado, parece ser muy frecuente, en realidad un hábito, trasmitir la información generalmente de experiencia exitosa en un determinado evento, informándolo de forma oral, a veces sin ningún soporte de experiencia y fundamentando la exposición en aspectos anatómicos, fisiológicos o de otro tipo ya conocidos. Quizá por esto contrasta con el perfil ponente que no haya publicado, ni tiene costumbre de hacerlo, ninguno de sus datos en una publicación seria para que quede con constancia documental.
Otro de los para mi “vicios”, en la transmisión del conocimiento, como son las ponencias que se soportan en los datos de otros, es decir, aquellos que analizan la experiencia publicada en ensayos y registros, como si el oyente no tuviera capacidad de realizar ese análisis de la fuente original. Quizá es la forma de eludir la comunicación de propia experiencia por inexistente. Este tipo de aportación considero que no lo es. Hay que pensar que todo el mundo tiene la suficiente capacidad de análisis crítico para valorar la información transmitida en la bibliografía y no es necesario que venga nadie a explicar lo que otros previamente han hecho, despreciando la capacidad del oyente para hacerlo.
Por último, comentar la poca veracidad que tienen muchísimas publicaciones, donde en un gran porcentaje se pueden considerar falsas por diferentes motivos, que van desde invento de los mismos, la falsificación de resultados, maquillado, interpretación sesgada y mil y unas circunstancias que hace que la información no corresponda a la realidad.
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