El ictus cerebral es una de las principales causas de mortalidad en nuestro medio y una de las principales causas de invalidez, comportando una gran carga económica.
Los ictus isquémicos son los más frecuentes (80-85%), estando en muchas ocasiones relacionados con la afectación aterosclerótica de la arteria carótida. En estos casos el riesgo de ictus depende básicamente de la presencia previa de síntomas neurológicos y del grado de estenosis generado por la placa de ateroma asentada en la bifurcación carotídea.
En las estenosis de alto grado se recomienda tratamiento quirúrgico además del tratamiento médico. El tratamiento quirúrgico estándar de la estenosis carotídea es la endarterectomía y cierre en angioplastia con parche, ya sea de polyester o de PTFE. Desde hace pocos años, la angioplastia con implante de un stent se ha propuesto como una alternativa, aunque a pesar de los resultados inicialmente prometedores, la durabilidad a largo plazo no está claramente establecida.
El concepto de tratamiento es bastante distinto en ambos casos. La endarterectomía permite la resección y extracción de la placa ateromatosa mientras que con la técnica endovascular lo que se realiza es la dilatación con un balón de angioplastia introducido de forma remota
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