Si se analiza cuidadosamente las aportaciones científicas en el campo de la medicina que ha habido a lo largo de la historia con especial atención a las últimas décadas, uno puede constatar que estas son innumerables, algunas difundidas en medios de difusión de gran penetración y otras en otros mas localistas. Por otro lado, si también analizamos los avances que ha habido en esta época en el conocimiento y más concretamente en el médico, existe una desproporción con muchas aportaciones y escasa repercusión de avance en el mundo de la medicina.
Por otro lado, donde más trabajos científicos se han publicado es en el campo de la investigación básica, pero con escasa contribución a resolver los problemas clínicos, lo que podríamos conocer como traslacional. Se anuncia en muchas ocasiones grandes hallazgos en diferentes áreas en especial la oncológica, enfermedades degenerativas , neurológicas o psiquiátricas y por otro lado la población sigue enfermando y muriendo por estas causas.
No es extraño ver, en los medios de comunicación, investigadores de este perfil, dando cuenta de uno de estos avances que se muestran como revolucionarios y que más bien están soportados por la necesidad de aportar algo de quien elabora la noticia o lo que es peor, generada por los gabinetes informativos que el grupo de investigación posee.
Por otro lado, la investigación consume amplios recursos, en especial económicos y es habitual que siempre se está señalando que estos son escasos, pero vuelve a existir una falta de correspondencia entre lo que se invierte y lo que se obtiene. Por supuesto no se trata de invertir menos, sino todo lo contrario, de exigir que lo que se invierte tenga unos resultados adecuados.
Los grandes grupos de investigación informan de sus teóricos transcendentes hallazgos, en prestigiosas revistas con gran factor impacto, pero sin que sus aportaciones tengan posteriormente repercusión social y sanitaria. En muchas de estas estas contribuciones, pasan décadas y se evidencia que no han tenido posteriormente ningún tipo de transcendencia.
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Evidentemente que las hay con repercusión en el campo de la ciencia, pero estas son por desgracia puntuales y a veces a uno le hace cuestionar la pertinencia de las grandes aportaciones de recursos por su escaso rendimiento.
Se puede reconocer las aportaciones a Fleming con respecto a la penicilina, los esposos Curie en relación a la radiactividad, el descubrimiento de la insulina por Grant Banting y Macleod, Semmelweis o Lister sobre la infección o la antisepsia, y que curiosamente no se basaron en grandes inversiones económicas para desarrollarlas y más bien se cimentaron en la genialidad de los que las aportaron, pero resulta difícil de asimilar los numerosos trabajos que tratan de temas intranscendentes desde el punto de vista práctico con dudosas aplicabilidades en aspectos muy concretos, aunque relevantes para los que trabajan en él.
Por otro lado si consideramos el fraude científico, son este tipo de investigaciones las más vulnerables a las practicas inadecuadas por parte de los investigadores, y que solo se suelen descubrir curiosamente o por cuestionarse su soporte económico o lo que suele ser mas frecuente por denuncias de sus entorno científico, mas soportados en la rivalidad o envidia que en compromisos, que serían mucho más laudables, como el velar por la integridad del desarrollo de la investigación en el universo de la ciencia.
Prof. Carlos Vaquero
Director y Redactor Jefe de la Revista Iberoamericana de Cirugía Vascular.
Catedrático de Angiología y Cirugía Vascular
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