Ha pasado más de 100 años desde que el Instituto Karolinska de Suecia otorgó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología como así se denomina, con pleno merecimiento a Alexis Carrel en 1912, por sus grandes aportaciones en muchos campos, donde resaltaban las que se realizarían especialmente en el campo de la técnica de la sutura vascular y también en el de los trasplantes.
Realmente esta contribución en el área de la cirugía ha permitido posteriormente solucionar muchos problemas y lo que es más relevante, salvar muchas vidas. Previamente el Premio Nobel se había otorgado a Emil Theodor Kocher en 1909 sobre la fisiología, patología del tiroides y su cirugía, y posteriormente en 1949 al portugués Antonio Caetano Egas Moniz por sus contribuciones en la neurocirugía, a Charles Breton Huggins en 1966 por sus aportaciones al tratamiento hormonal del cáncer prostático y más tarde a Joseph Edward Murray en 1990 por sus contribuciones en el campo de los trasplantes y en especial el de riñón.
De los 108 Premios Nobeles concedidos a los 196 galardonados, existen contribuciones relevantes al conocimiento y concretamente aportaciones para la solución práctica de problemas, pero en muchas ocasiones las contribuciones se han mostrado con el paso del tiempo muchas de ellas irrelevantes y por desgracia algunas se han comprobado que eran erróneas por no catalogarlas como falsas.
Curiosamente muchos de los galardonados no son médicos y pocos cirujanos. Posiblemente porque algunos consideran de forma totalmente equivocada que los avances relevantes de la medicina provienen de las ciencias básicas, como biología, bioquímica o genética de lo que uno tiene muy serias dudas tras un análisis de lo que han contribuido realmente las aportaciones premiadas.
Estas áreas de conocimiento consumen cantidades ingentes de recursos, especialmente económicos sin que exista una adecuada proporcionalidad entre las inversiones y los logros obtenidos.
Quizá lo más aberrante es escuchar que algún profesional, no de la medicina, que considera que la Medicina y por extensión la Cirugía, no es una Ciencia sino una práctica, y de ahí el poco reconocimiento de los autodenominados “científicos”, fruto posiblemente de la propia esencia del desconocimiento del tema, al no haber practicado nunca la medicina.
En el campo de la cirugía vascular, independientemente de las aportaciones de Alexis Carrel, ha habido otras muy relevantes que han servido para dar solución práctica a los problemas cotidianos que presentan los pacientes. Que podríamos decir de la contribución de catéter de embolectomía y trombectomía aportado por Edward Fogarthy y utilizado de forma generalizada para dar solución a las embolias en el aparato circulatorio periférico salvando vidas y miembros, o la más reciente de Juan Carlos Parodi para realizar un tratamiento no invasivo y revolucionario del aneurisma de aorta abdominal de forma mínimamente invasiva.
A estos profesionales es a los que por mi parte otorgaría el Premio Nóbel. De esta forma no debemos olvidar a otros cirujanos en este caso de la angiología y cirugía vascular que realizaron contribuciones reales y prácticas como lo han sido en el siglo XX y en el periodo vivido del XXI como han sido Matas, Leriche, Goyanes, Kunlin, Dubost, Haimovici, Eastcott, Rutherford, Malan, Crawford, Cooley, DeBakey, Rich, por poner unos ejemplos.
Prof. Carlos Vaquero Director y Redactor Jefe de la Revista Iberoamericana de Cirugía Vascular. Catedrático de Angiología y Cirugía Vascular
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Totalmente de acuerdo gran maestro….., pero….la cirugía no mueve dineros….., la farmacología, la biología, la genética… si.