El desarrollo de las técnicas endovasculares ha supuesto un hito en el tratamiento de la patología vascular, especialmente en el manejo de la patología de la aorta torácica. En 1994 Drake y colaboradores publicaron el tratamiento exitoso de diversas patologías de la aorta torácica en 13 pacientes no susceptibles de tratamiento quirúrgico convencional, y desde entonces esta técnica se ha desarrollado exponencialmente debido a su seguridad y baja morbimortalidad.
Un punto crucial de en la planificación de la intervención es la existencia de buenas zonas de anclaje, tanto en el sector proximal como en el distal. Aunque existen algunas discrepancias entre las diferentes casas comerciales, estas zonas deben de ser de entre 1,5 y 2 cm.
Hasta en un 40% de las reparaciones endovasculares de aorta torácica (TEVAR) no existe un cuello adecuado y es necesaria una colocación más proximal de la prótesis cubriendo la salida de la arteria subclavia izquierda (ASI).
El sacrificio de la ASI no es en vano, puesto que esta arteria juega un papel fundamental en la irrigación entre otros,
de la extremidad superior izquierda, la médula espinal y el cerebro posterior. A día de hoy el manejo de esta situación sigue siendo controvertido; el debate se centra entre los defensores de la revascularización rutinaria y los que preconizan la revascularización en pacientes seleccionados.
Para arrojar algo de luz sobre el tema, la Society for Vascular Surgery (SVS) publicó en 2009 una guía para el manejo de la arteria subclavia izquierda [7] basándose en un meta-analisis llevado a cabo por Rivizi y colaboradores. No obstante, estas recomendaciones están basadas en evidencia de nivel C y en los últimos años se han llevado a cabo nuevos estudios que discrepan con las recomendaciones de la SVS.
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