La arteritis de células gigantes (ACG, enfermedad de Horton o arteritis de la temporal) es la vasculitis sistémica más común
Típicamente afecta a individuos de raza blanca mayores de 50 años. Es un proceso sistémico y puede afectar a arterias de mediano y gran calibre de múltiples localizaciones, especialmente a la arteria temporal y a otras ramas de la arteria carótida. Las manifestaciones clínicas de la ACG inicialmente son inespecíficas.
La cefalea hemicraneal de instauración reciente es uno de los síntomas más frecuentes. La claudicación mandibular es el síntoma que más se correlaciona con una biopsia positiva
Una de las complicaciones más graves es la pérdida de visión uni o bilateral consecuencia de una neuritis óptica isquémica anterior. Son muy sugestivas las anomalías en la exploración física de las arterias temporales como endurecimiento, ausencia de pulso o signos inflamatorios.
Puede aparecer afectación de otros territorios vasculares como claudicación de extremidades, accidente vascular cerebral o cardiopatía isquémica. El 50% de los pacientes con ACG presentan polimialgia reumática asociada 3 . Ante la sospecha clínica de ACG, lo primero a realizar es iniciar tratamiento antes de proseguir el estudio. El objetivo es conseguir una rápida remisión de los síntomas y sobre todo la prevención de complicaciones isquémicas.
De elección son los corticoides a dosis de 40-60 mg/día. En pacientes refractarios a esteroides se ha aprobado recientemente el uso de Tocilizumab (anti IL-6)
El diagnóstico definitivo de ACG se obtiene mediante biopsia de la arteria temporal superficial, aunque un resultado negativo no excluye el diagnóstico y ante una elevada sospecha clínica no cambia la actitud terapéutica.
Se realizan con frecuencia otras técnicas de imagen que contribuyen al diagnóstico como Eco Doppler en color; hay varios signos característicos de ACG que se pueden visualizar, de los cuales el más específico es un halo oscuro que corresponde a edema de la pared arterial.
La biopsia de la arteria temporal se debe llevar a cabo de manera precoz pero su realización no debe retrasar el inicio del tratamiento. La resolución del infiltrado inflamatorio se produce lentamente y los hallazgos histopatológicos son evidentes hasta al menos un mes después de iniciar el tratamiento. Algunos pacientes pueden ser diagnosticados incluso semanas y meses después de haber iniciado el tratamiento
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